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ADICCIÓN Y RECUPERACIÓN

El trastorno por consumo de alcohol puede causar problemas de salud importantes, alejarlo de su familia e interferir con su trabajo. Afortunadamente, el tratamiento temprano puede ayudarlo a usted y a sus seres queridos a evitar las consecuencias más desafortunadas de la afección.

Consumido en exceso, el alcohol es venenoso y se considera una droga. Se estima que entre 18 millones, o uno de cada 12 adultos, en los Estados Unidos abusan del alcohol o son alcohólicos crónicos.

Casi 100,000 estadounidenses mueren cada año como resultado del abuso de alcohol, y el alcohol es un factor en más de la mitad de los homicidios, suicidios y accidentes de tráfico en el país. El abuso del alcohol también desempeña un papel en muchos problemas sociales y domésticos, desde el absentismo laboral y los delitos contra la propiedad hasta el abuso conyugal y de menores. Obtenga más información sobre cómo el alcoholismo destruye a las familias.

Los efectos físicos inmediatos de beber alcohol van desde cambios leves de humor hasta pérdida completa de la coordinación, la visión, el equilibrio y el habla, cualquiera de los cuales puede ser señal de intoxicación alcohólica aguda o embriaguez. Estos efectos generalmente desaparecen en cuestión de horas después de que una persona deja de beber. Muchos organismos encargados de hacer cumplir la ley consideran a .08 porcentaje de alcohol en el torrente sanguíneo como evidencia de intoxicación. Cantidades mayores de alcohol en la sangre pueden afectar la función cerebral y, finalmente, causar inconsciencia. Una sobredosis extrema, envenenamiento por alcohol, puede ser mortal.

El trastorno por consumo de alcohol es una enfermedad potencialmente mortal, caracterizada por antojos, tolerancia (necesidad de más), dependencia física y pérdida de control sobre el consumo de alcohol. La intoxicación alcohólica puede o no ser obvia para los observadores. Incluso en alcohólicos altamente funcionales, el alcoholismo crónico puede conducir a problemas físicos. El más común es el daño al hígado, que con el tiempo puede provocar cirrosis (hígado con cicatrices).

Otros riesgos incluyen depresión, gastritis crónica que conduce a hemorragias estomacales, pancreatitis, presión arterial alta, insuficiencia cardíaca, entumecimiento y hormigueo en los pies y cambios en el cerebro. El alcoholismo también puede aumentar el riesgo de infecciones, como neumonía y tuberculosis.

El alcoholismo también puede provocar impotencia en los hombres, daño al feto en las mujeres embarazadas y un riesgo elevado de cáncer de laringe, esófago, hígado, mama, estómago, páncreas y tracto gastrointestinal superior. Debido a que los bebedores pesados rara vez tienen dietas adecuadas, pueden tener deficiencias nutricionales. Los bebedores pesados típicamente tienen una función hepática deteriorada, y hasta uno de cada cinco desarrolla cirrosis.